Sebastião Salgado, uno de los más influyentes fotógrafos del siglo XX y defensor de la Amazonia y los desfavorecidos, falleció este 23 de mayo en París. Tenía 81 años. El Instituto Terra, organización que fundó junto a su esposa Lélia Wanick Salgado, confirmó su fallecimiento a causa de una leucemia. Su obra, centrada en el trabajo, la migración y el medio ambiente, deja una profunda huella en la historia visual contemporánea.
Nacido en 1944 en Aimorés, Minas Gerais, Salgado estudió economía antes de iniciar su carrera fotográfica en África, en los años 70. En blanco y negro, documentó con precisión el drama humano y ecológico a través de proyectos como Trabajadores, Éxodos, Génesis y Amazonia. Su estilo trascendió el fotoperiodismo, transformándolo en arte comprometido.
En 1998 fundó el Instituto Terra para reforestar el Bosque Atlántico brasileño, una misión ambiental que lo acompañó hasta el final de su vida. Su proyecto “Amazonia” lo llevó a realizar 48 expediciones acompañado de guías, traductores y antropólogos. Allí convivía con los pueblos originarios antes de fotografiarlos con respeto y sensibilidad.
Salgado rechazaba ser llamado artista: se definía como fotoperiodista del Tercer Mundo. Criticado en ocasiones por la “estética de la miseria”, defendía su trabajo como un reflejo de su historia y su geografía. “Fotografío mi mundo”, afirmaba. En 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lamentó su muerte subrayando que su obra fue “una advertencia a la conciencia de la humanidad”. Salgado estaba previsto para asistir este sábado a la inauguración de unas vidrieras en Reims diseñadas por su hijo. Su partida deja una cámara eternamente encendida en nuestra memoria colectiva.