Japón inició los primeros ensayos clínicos en humanos con sangre artificial, una innovación médica que promete resolver la escasez de donaciones, eliminar la necesidad de compatibilidad entre tipos sanguíneos y facilitar el acceso a transfusiones en situaciones de emergencia.
Desarrollada por la Universidad Médica de Nara, esta sangre sintética utiliza hemoglobina extraída de sangre caduca, encapsulada en microvesículas que transportan oxígeno sin provocar reacciones inmunológicas. Puede almacenarse durante más de un año a temperatura ambiente, una ventaja crítica frente a las reservas tradicionales.
La prueba consiste en administrar entre 100 y 400 mililitros a adultos sanos. Si los resultados no arrojan efectos adversos, se ampliarán los estudios. Esta tecnología es vital en un país con población envejecida y descenso en la tasa de donación. Según su creador, el profesor Hiromi Sakai, la meta es garantizar sangre segura y accesible en todo momento.