Puebla, Pue., 24 de agosto de 2025 — En una emotiva homilía en la Catedral de Puebla, el obispo auxiliar, Monseñor Francisco Javier Martínez Castillo, hizo un fuerte llamado a la sociedad mexicana para reflexionar sobre el clima de inseguridad que atraviesa el país. En su mensaje dominical, el religioso pidió por las víctimas y dejó claro que no debemos acostumbrarnos a la violencia, sino que debemos denunciarla, prevenirla y actuar con solidaridad.
Durante la ceremonia, Monseñor Martínez Castillo recordó a dos símbolos de la violencia y la búsqueda de justicia en México: Roberto Hernández, padre buscador asesinado en el Estado de México, y José Ramón, un militar poblano que perdió la vida en Sinaloa. “Ellos son ejemplo de la valentía y el sacrificio que enfrentan muchas familias mexicanas ante la brutalidad”, afirmó, dejando en claro que su memoria debe servir para motivar acciones concretas en favor de la paz.
En sus oraciones, el obispo incluyó a los miles de desaparecidos en todo el país, además de sus familiares que recorren día a día las calles y caminos en busca de sus seres queridos, exponiéndose a peligros y riesgos constantes. También mencionó a las madres y padres buscadores que arriesgan su vida en un acto de amor y esperanza, así como a los periodistas perseguidos y amenazados por ejercer su labor y denunciar hechos que afectan a la ciudadanía.
El prelado insistió en que la sociedad no puede aceptar la violencia como una realidad natural, pues eso implicaría una negación de la dignidad humana y un desprecio a la vida misma. “No podemos vivir en una cultura de indiferencia, donde las víctimas sean solo cifras”, puntualizó. Reiteró que todos tenemos el compromiso moral y ético de actuar, generando conciencia social y promoviendo prevenir la violencia en todos sus ámbitos.
Finalmente, Monseñor Martínez Castillo hizo un llamado a las autoridades, iglesias, organizaciones sociales y ciudadanos a trabajar unidos para construir un país donde la vida sea respetada, y la paz y la justicia emerjan como valores fundamentales en la convivencia diaria. La homilía, llena de sensibilidad y compromiso, fue un recordatorio de que, frente a la violencia, la empatía y la acción solidaria son las armas más poderosas para transformar la realidad mexicana.